En esta etapa gozó de gran prosperidad y crecimiento urbanístico, teniendo una activa participación en las redes comerciales regionales y mediterráneas para las cuales se dispuso de un
puerto, el Portus Ilicitanus (la actual
Santa Pola), que sirvió de punto de entrada a los productos que llegaban a la ciudad. De las épocas paleocristiana y visigoda es la Basílica de Ilici, muestra de la importancia de la ciudad como sede episcopal.