Estas instalaciones se encuentran en el sótano del antiguo
convento mercedario de la ciudad. La primera constancia de su existencia se remonta a 1270, cuando el infante Don Manuel, señor de la villa, que entonces formaba parte del reino de
Murcia, donó a los frailes de la Orden de la Merced, del
hospital de
Santa Eulalia de la
catedral de
Barcelona -primera sede de la orden-, los baños y el
cementerio musulmán, situados fuera de las
murallas de la ciudad, frente a la
puerta de la Calahorra y junto al
camino de
Alicante.