En abril de 1939, finalizada la Guerra Civil, las tropas franquistas habilitaron el
edificio como
campo de concentración de prisioneros republicanos. Los allí internados sufrieron tal nivel de hacinamiento que grupos de cautivos fueron desalojados con destino a otros recintos de la localidad. Más adelante, el
palacio pasó a tener la consideración de «campo prisión».