Los
romanos siguieron con la
tradición celebrando ese día el Fors Fortuna, y los cristianos la absorbieron dedicándosela a
San Juan Bautista, en vista de que no la pudieron suprimir como pasó con otras
costumbres paganas (sin ir más lejos, los fuegos de
primavera que se asociaron a San José). La
costumbre de los fuegos del solsticio de
verano son comunes en muchos lugares de Europa, incluyendo
Alicante. Empezó en las
huertas que rodeaban a la ciudad, donde los agricultores quemaban restos agrícolas para pedir mejores cosechas y ahuyentar malos espíritus.