Tras la imposición de las autoridades del protectorado vasallo de
Murcia, se procedió a repoblar la ciudad de
Alicante con cristianos procedentes en su gran mayoría de la Corona de
Aragón, especialmente de
Cataluña, pero también procedentes de los reinos de la Corona de Castilla aunque en bastante menor medida. Los nuevos colonos podían beneficiarse de las exenciones tributarias y del repartimiento de tierras, a menudo expropiadas de los hispanos musulmanes que fueron expulsados de los núcleos de población de origen andalusí para ser ocupados por pobladores cristianos.