Es una vista muy bonita: los tejados, la silueta montañosa y las nubes en el cielo. Coloridos todavía nítidos, antes de producirse la monotonía de la otoñada. Recuerdo similar panorama desde el segundo piso de una casa de la zona, cuando un amable vecino me enseñó cómo iba quedando la obra que hacía, antes de la Feria de la nuez, que la tenía depositada junto al material de albañilería.
Romanticismo puro.