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CORDOVIN: Seguramente algunos tendreis muchos más relatos que...

Lourdes, En el pueblo cuando nevaba o llovía se decía: ¡vaya cillisca que ha caido ó que ha venido! Y según el diccionario es cellisca: (Temporal de agua y nieve muy menuda, con viento muy fuerte.) Pero como te digo cillisca se decía mucho en el pueblo.

Gracias Vito por la aclaración. Hoy parece un día de mesa camilla y brasero (cuidado que se queman las piernas)...
Algo que con la calefacción ha desaparecido de nuestras casas, echo de menos una foto de un bonito brasero.

Tienes razón Lourdes; la calefacción de los distintos derivados del petroleo ha ido dejando a un lado la clefacción autóctona de nuestra zona. Siempre hemos sido autosuficientes en este sentido gracias al fruto de nuestros viñedos. Los sarmientos y cepas viejas han sido durante siglos la fuente energética de nuestros hogares. Eran necesarios todos los dias del año para cocinar los entrañables pucheros y demas guisos que constituian nuestra dieta. Aquellas cocinas económicas, lo mismo asaban una buena cabeza de cerdo en la matanza que calentaban el agua para el aseo diario o para fregar los cacharos y ¿unas castañitas asadas en la chapa o unas almendras? Que gusto daba estar allí en invierno y que calentitos salian los ladrillos del horno para calentar las frias sabanas de nuestras camas...
¿Y que sería de nuestras bodegas sin ellos?. Esas chuletas al sarmiento, esos choricillos asados, esas caretas...?
Como sigan subiendo los gasoleos y demas derivados tendremos que volver a echar mano de ellos, volveríamos a ser autosuficientes y además gratis

Seguramente algunos tendreis muchos más relatos que contar de los ratos en la mesa camilla con el brasero entre los pies, de esa sensación de calor de hogar.

Yo siempre recuerdo a la tía Irene horas y horas en su mesa de costura con el brasero en el que se mezclaban tizones o cisco.... no lo tengo muy claro, con la lumbre recién hecha y que cuando ésta, estaba muy fuerte se ponía cartones para amortiguar el calor y que no le salieran las temidas ""cabras"" en las piernas (supongo que serían unas dilataciones venosas que luego hacían muy feo), a mi me gustaba sentarme allí, no se si por el calorcito, por el ambiente o por todo, además había que tener cuidado de ventilar de vez en cuando la habitación porque se cargaba por la falta de oxígeno y te entraba sueño y mareo.
Cuando íba al instituto esa misma mesa me servía como mesa de estudio y la verdad es que con tener los pies calientes ya se estaba bien.

Como bien dices Toño, en Cordovín teníamos y tenemos la suerte de que con los sarmientos la lumbre enciende rápido y enseguida se preparan las brasas con sus multiples usos, en casa con esas cocinas económicas negras con dorados, (esas en las que el calderín al que haces referencia para calentar el agua se obstruía en poco tiempo -por el tipo de agua supongo-), o las brasas para preparar en la bodega cualquiera de los manjares que todos conocemos.

Estos recuerdos de cocina donde se calentaban los pies en el horno cuando veníamos de jugar de la calle helados, donde metíamos las zapatillas de casa e incluso el pijama antes de ir a la cama, claro ¿dónde estaría la calefacción?... el resto de la casa permanecía gélido, en cualquier caso recuerdos de antaño.

Os dejo pie para que relateis vuestras experiencias que seguramente anécdotas no faltarán pues los recuerdos de niñez son muy jugosos... adelante.