Cuentan que un señor de Cárdenas vino a visitar a un pariente de Cordovín. Entre la emoción del encuentro y la devoción al expléndido clarete de aquel año, se sobrecargó de tal manera el cardenal que, a la hora de partir, el pariente le dijo a su mujer: ¿Cómo voy a dejar que vaya solo en estas condiciones?, lo acompañaré hasta Cárdenas. Emprendieron camino el guía y el aturdido; tras recorrer los cinco kilómetros que separan los dos pueblos, de noche cerrada, llegaron a Cárdenas y en la despedida, el cardenal, muy agradecido, le dice al cordovinacho: Joer, después de lo que has hecho por mí, ¡cómo te voy a dejar que vuelvas solo a Cordovín, te voy a acompañar!
Por más que se negara el cordovinacho éste no pudo impedir que el cardenal demostrara su bebido agradecimiento e ¡hizo el vije de vuelta acompañado de su pariente!.
Las crónicas no cuentan si fue aquí donde se rompió el "círculo vidrioso", es de suponer que sí. Tal vez nuestro amigo PEPE pueda poner nombres a esta historia.
Por más que se negara el cordovinacho éste no pudo impedir que el cardenal demostrara su bebido agradecimiento e ¡hizo el vije de vuelta acompañado de su pariente!.
Las crónicas no cuentan si fue aquí donde se rompió el "círculo vidrioso", es de suponer que sí. Tal vez nuestro amigo PEPE pueda poner nombres a esta historia.