Al entrar la Taifa de
Murcia en la órbita castellana tras la firma del tratado de Alcaraz en 1243, se restableció la sede catedralicia en Cartagena en 1250, debido a que Cartagena había sido sede de la antigua diócesis carthaginense; documentada al menos desde el s. IV, y debido también a que era uno de los pocos núcleos cristianos de un reino que, debido al mencionado tratado de Alcaraz, contaba en esas fechas con una mayoría de poblaciones árabes semi-autónomas, incluida la capital.