LA ÑORA: Las más antiguas procesiones, en las pedanías murcianas,...

Las más antiguas procesiones, en las pedanías murcianas, son las de La Ñora, que datan de los años finales del siglo XVIII y de los primeros del siguiente siglo, el XIX. Son de destacar los desfiles penitenciales del Jueves y Viernes Santo, por la noche, el piadoso Vía Crucis del Viernes de Dolores, con la imagen del Pasico o Soledad, y la plena de luz y colorido del Resucitado. Toda la imaginería antigua fue destruida en los finales de julio de 1936. En 1940, salieron procesiones con tronos fabricados con cajones y con imágenes recortadas en madera y cartón, a tamaño natural. No hace falta esgrimir mayores razones para admitir la nazarenía de este pueblo huertano, famoso por sus pimientos, a los que da nombre, y por la histórica noria que da su nombre a la localidad.

Las actuales imágenes son de los escultores Lozano Roca, José Noguera, García Mengual, Diego Alcaraz Ramos, Francisco Liza, entre otros», así narraba Carlos Valcárcel, el que fue cronista oficial de Murcia, las raíces de la Semana Santa en la pedanía de La Ñora, que balancea en las noches de esta semana divina sus tronos y tallas de gran belleza. Once Hermandades y Una Cofradía procesionan durante seis días los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, contando con la participación activa en los actos de cientos de personas.

El vaivén de sus tronos supone una llamada al arrepentimiento y a la humildad, pasos necesarios para empuñar la rama de olivo y empezar a caminar por la Semana Santa. El color, el olor y la música se mezclan en sus calles, traspasa puertas y se cuela entre ventanas, inundando espacios y rincones inimaginables. Es tiempo de Pasión Nazarena.

En la víspera del domingo de Ramos y cuando el sol de la tarde empiece a declinar, la nueva talla del Santísimo Cristo de la Penas de la Hermandad del Cristo del silencio, conocerá las calles de La Ñora, impresionante y dramática su realización. Una aportación de compromiso en tiempos de duda.

En la noche del Martes Santo la hermandad más joven empieza la Semana Santa y ya se huele el perfume de las flores: la procesión del Stmo. Cristo de la Misericordia en procesión, acompañado de la preciosa talla de María Stma. Madre de Misericordia ofrecen un hermoso contraste.

Se emocionan las calles el Miércoles Santo, cuando la Flagelación rompe con sus impresionantes tallas la noche nazarena, drama y dolor, abre la Procesión. San Pedro, de rodillas y descalzo, deja ver con su mirada y sus manos su arrepentimiento. El silencio inunda la calle cuando pasa Nuestro Padre Jesús Nazareno, y continúan apareciendo tallas que muestran la imagen de Cristo en las manos de La mujer Verónica, la Virgen de la Esperanza y el querido San Juan de La Ñora, que muestra su determinación de estar señalando el camino a seguir.

En la noche de Jueves Santo brillan los cirios como estrellas temblorosas, donde sólo se escucha al Cristo del Silencio con estremecimiento. A esto le sigue el Viernes de Pasión, día de muerte y luto, de sudario y dolor, de soledad y Misterio. La Cruz, la Santa Cruz, abre como una guía la noche más triste. Todo lo representa, todo lo sostiene.

Ya descansa muerto el Cristo. El Santo Sepulcro lo vela, y acaricia con sus frías piedras la piel ya ajada del Nazareno. Cuanta soledad y cuanta paz, fuera hay miedo y llanto, desesperanza. Procesionan también Santa María Magdalena, mujer entre las mujeres, en una talla moderna y actual que representa a la mujer de hoy, y reaparece San Juan Evangelista como discípulo amado en este viernes tan negro como esperado.

En silencio y con admiración pasa la Virgen del Paso entre sentimiento y la pasión ñorera.

La mañana de Resurrección en La Ñora es un privilegio heredado. La Ermita se viste de blanco y en acto de júbilo estallan en danzas el Resucitado, San Juan y la Virgen de Gloria. Es un día especial y muy querido en la Ñora, tras el encuentro de la Ermita, la procesión recorre las calles y plazas en una manifestación popular de nazanería.