La ciudad se convirtió en ese momento en la única salida de la Corona de Castilla al mar Mediterráneo, que se encontraba encajada entre la Corona de Aragón y el Reino de Granada. La importancia estratégica del puerto de Cartagena era fundamental para la política militar del rey Alfonso X el Sabio. El castillo de Cartagena muestra una disposición muy similar a los castillos de Aledo y Lorca, con los que comparte algunas marcas de cantero.