Aunque la cruz se robó (probablemente por una logia masónica relacionada con los Templarios, que fueron los que la trajeron desde Jerusalén durante las cruzadas), permaneció en Caravaca 7 siglos, por lo que su esencia no es fácil de borrar en 60 años y siempre será el símbolo de identidad de Caravaca, ya que el propio pueblo lleva su nombre asociado a la cruz y viceversa.