Con relación al mensaje anterior.
Yo también soy un apasionado de las tradiciones de nuestro pueblo. Pero las tradiciones no desaparecen porque uno lo mande (ni el cura, ni el alcalde, ni Perico el de los palotes, por ejemplo). Las tradiciones desaparecen porque o bien nos las cargamos entre todos, o bien mueren de inanición porque dejamos de participar en ellas (cosa, dicho sea de paso, que podría ocurrir con los Reyes, si no espabilamos a tiempo). Para que una tradición se mantenga y podamos pasarla a otras generaciones, hay que creer en ella, apreciar el valor que tiene, y participar en ella con ilusión. Eso es lo que han hecho nuestros mayores, y por eso las tradiciones han llegado hasta nosotros.
Ejemplo: si no hay Misas de gozo no es culpa de una persona en concreto (el cura, por ejemplo), sino de todos, porque dejamos de participar en ellas. Si queremos que haya Misas de gozo, participemos en ellas, y así seguro que el cura pondrá las Misas de gozo. Pero, ¡qué fácil es echarle la culpa a una persona!, cuando la tenemos todos.
Las tradiciones no viven del aire ni en el aire, viven en el corazón y en la vida de las personas, y, por ello, viven en el corazón y en la vida de un pueblo. Y se asegura su supervivencia cuando cala hondo en la vida de los jóvenes. ¿Viven así nuestros jóvenes nuestras tradiciones? ¿Las estamos trasmitiendo en las familias como nos las han trasmitido a nosotros? Las Misas de gozo no son más que un ejemplo. La cosa es más seria de lo que parece. Tendríamos que pensarlo. No sé vosotros qué pensaréis.
Yo también soy un apasionado de las tradiciones de nuestro pueblo. Pero las tradiciones no desaparecen porque uno lo mande (ni el cura, ni el alcalde, ni Perico el de los palotes, por ejemplo). Las tradiciones desaparecen porque o bien nos las cargamos entre todos, o bien mueren de inanición porque dejamos de participar en ellas (cosa, dicho sea de paso, que podría ocurrir con los Reyes, si no espabilamos a tiempo). Para que una tradición se mantenga y podamos pasarla a otras generaciones, hay que creer en ella, apreciar el valor que tiene, y participar en ella con ilusión. Eso es lo que han hecho nuestros mayores, y por eso las tradiciones han llegado hasta nosotros.
Ejemplo: si no hay Misas de gozo no es culpa de una persona en concreto (el cura, por ejemplo), sino de todos, porque dejamos de participar en ellas. Si queremos que haya Misas de gozo, participemos en ellas, y así seguro que el cura pondrá las Misas de gozo. Pero, ¡qué fácil es echarle la culpa a una persona!, cuando la tenemos todos.
Las tradiciones no viven del aire ni en el aire, viven en el corazón y en la vida de las personas, y, por ello, viven en el corazón y en la vida de un pueblo. Y se asegura su supervivencia cuando cala hondo en la vida de los jóvenes. ¿Viven así nuestros jóvenes nuestras tradiciones? ¿Las estamos trasmitiendo en las familias como nos las han trasmitido a nosotros? Las Misas de gozo no son más que un ejemplo. La cosa es más seria de lo que parece. Tendríamos que pensarlo. No sé vosotros qué pensaréis.