Luz ahora 0,04375 €/kWh

ALEDO: Hola Aledo: Siempre que pueda y soportéis mis relatos...

Hola Aledo:

Siempre que pueda y soportéis mis relatos estaré con vosotros en este medio, o como estoy cada día con el corazón.
Espero no ser pedante ni repetitivo, no quiero dar coba por darla.

Mi recuerdo de Aledo, especialmente es de mi niñez.
No boy a decir que tiempos pasados fueron mejores, no, ni mucho menos, pero para mi fueron maravillosos, supongo que por la edad claro.
Yo siempre he vivido en otras localidades de Murcia que no eran precisamente Aledo, pero el más grande de mi casa, el que más he querido en toda mi vida y por el que más he llorado y lloraré, se encargaba de que cuando él tenía un día disponible para llevarnos, a mi y a mis hermanos, no lo dudaba y ahí estábamos.

Yo se que él tenía mucho genio, pero tan grande era su genio como su corazón, en todos los lugares donde he vivido siempre ha pasado a vernos algún aledano, familia o no familia y aunque estoy hablando de 40 años atrás, fechas en las que por desgracia no había mucha abundancia, a esos visitantes nunca les faltó ni cariño ni comida ni techo donde dormir, ya se encargaba él, de que eso sucediera así.

De esa manera nos enseño y de esa manera aprendimos yo y mis hermanos a que Aledo y la gente de Aledo eran lo primero.

Y que voy a decir de la gente de Aledo, que puedo decir de esas personas que cuando llegabas eras un aledano más, no eras un forastero, eras el hijo o el nieto de…, uno más, ¡no miento no, es la verdad!, para mis amigos del pueblo y mis primos, nuestra llegada era como una gran fiesta, como si todo el tiempo estuvieran esperando para recibirnos con el cariño y la simpatía que solo ellos saben dar. Yo particularmente salía de mi casa con el gozo de que iba a Aledo, que vería a tantas personas que me esperaban para darme tanto cariño, que mi corazón se salía de su sitio.
Que tontería, no?, Que cursilada, verdad?, pero es así. Una de las cosas que más recuerdo era estar durante horas en el regazo de mi tío, quitándole y poniéndole el sombrero, ¿cuanto me aguantaría ese Santo hombre?, ¿cuanto me querría?, ¿cuanto lo querría yo a él? y a mi tía y a sus hijos.
Que buenos tiempos, con mucha emigración, si; mucha miseria, también, pero muy ricos de corazón, de espíritu, y de saber compartir entre todos lo poco que había.
Dios mío! Como echo de menos el borriquillo, como echo de menos el olor a estiércol por las calles, bajar al río, los higos chumbos, la fontanilla, ir a por agua con los cántaros (ya se, los jóvenes me diréis que soy un viejo roquero que no quiere olvidar y que sigue anclado a su pasado). Si es verdad, tenéis razón, pero son tan bonitos esos recuerdos, que para mí siendo pobre como éramos la mayoría, me hacen sentir que era el niño más rico del mundo.
No se si seréis ahora unos 1000 habitantes, pero par mi, es como si fuerais 100.000, los componentes del pueblo más grande del mundo. “”MI BELEN DE SALCILLO”” ALEDO. J.C.