Me encontré sorpresivamente con Don Justo, vestido como en el anuncio con un guardapolvo, de los antiguos oficios de
color azul y su característico gorro de color rojo que dejaba entrever por los bordes su pelo canoso. Mucho había leído sobre él, los calificativos habituales para definirle eran los de hablador, anciano amable, perseverante,
joven soñador, viejo loco ... Le saludé y le ofrecí mi mano, él respondió amablemente sin esbozar sonrisa, su rostro era claramente el de un anciano, marcado
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