Antonio y Luis González Velázquez pintaron la
bóveda que más tarde se quemó en el incendio de 1862. Antonio García la restauró en 1863 pintando de nuevo, aprovechando un dibujo que se había conservado. De esta misma época son los dos retratos del presbiterio de la emperatriz de
Austria, María, y de la princesa Juana, su hermana, sustituyendo a los anteriores pintados por Pantoja de la
Cruz, desaparecidos en el mismo incendio.