Presenta un fuerte carácter
monumental, aun dentro de los cánones escurialenses que imperaban en el sigo XVII en la
arquitectura madrileña. Se estructura esta
fachada en dos cuerpos, rematando la sección central un
frontón triangular y las laterales sendas
torres prismáticas. Llama la atención el empleo masivo del ladrillo en los paramentos y su desnudez decorativa, en claro contraste con la
portada, en la que se emplea el granito y un abigarrado diseño. La portada se compone a modo de
retablo, con dos
columnas exentas sobre altos plintos flanqueando el ingreso y un cuerpo superior, muy decorado, con una
hornacina que aloja un grupo escultórico representando al venerable Agostino
Adorno, fundador de los Clérigos Menores, ante la
Virgen de Portacoeli, antigua advocación del
convento.