En el
Paseo del Prado el dios Apolo tiene una clara función didáctica de representar al monarca absoluto, que vigila atenta y eternamente a la población desde su posición central, entre las
fuentes de la Cibeles y Neptuno, que representan la
agricultura y el
comercio colonial, dos de las bases económicas del momento. Emulaba la ordenación madrileña un cosmos perfecto regulado por el astro sol, trasunto del monarca. Además, en la época
medieval Apolo se había asociado también con
Cristo, y de ahí una doble lectura del monarca absoluto y su vinculación con Dios.