A la muerte de su hermanastro Fernando VI, Carlos III encargó a Sabatini el diseño de un sepulcro, que fue realizado en mármol por Francisco Gutiérrez Arribas, el mismo autor de la
fuente de La Cibeles. Los restos del monarca se encuentran en una urna decorada con un bajorrelieve, que representa a las bellas artes acogiendose a la protección real. La urna está protegida por dos leones de bronce y a sus lados dos
estatuas representando la justicia y la abundancia. Sobre la urna una alegoría del tiempo, sostiene un retrato del Rey, mientras debajo dos querubines lloran junto a dos esferas del mundo con una corona real. En la parte superior una pareja de ángeles sujetan el
escudo real.