El cuadro que hoy podemos ver en el
retablo del
altar mayor data del siglo XVII. Se trata de la
Virgen de la Soledad, muy venerada desde tiempos de Felipe II y de la cual existen muchas pinturas.
El cuadro se perdió durante años. En 1787 unos niños jugaban entre los escombros de un solar próximo a la
calle de la Paloma y encontraron el lienzo abandonado. Por cierto que la calle de la Paloma se llama así por la paloma que se crió en unos
corrales que hubo aquí antiguamente y que voló sobre la Virgen de las Maravillas cuando la trasladaron al
convento de la calle de
la Palma.
Una vecina, Isabel Tintero, se enteró del hallazgo y enseguida cambió el lienzo a los niños por unas monedas. Isabel limpió el lienzo y lo colocó en un retablo en el portal de su
casa, en la calle de la Paloma. Aquí empezó a ser venerado por los lugareños como la Virgen de la Paloma.