Estas
esculturas son obra de Higinio Basterra y entre las dos tienen un peso de 25 toneladas. Su presencia se relaciona con la fuerza y el poder, y esto fue lo que quiso transmitir el BBVA al coronar su antigua sede con ellas.
Las esculturas fueron fundidas en Bilbao y, en su transporte hasta
Madrid, se perdió uno de los
caballos. El autor de la obra fue buscándolo por el itinerario hasta que lo localizó sano y salvo.
En su origen eran doradas, pero se pintaron de
color oscuro para que no sirviesen de referencia a los aviones franquistas durante la Guerra Civil.