Para empaparse de su esencia, lo mejor es recorrer sus
calles, sus puestos, dedicarse al
arte del regateo y dejarse cautivar por el ambiente. Como este niño que ha caído cautivado por la vespa, y el dueño del puesto le ha dicho que vaya ipso-facto a pedirle a su padre 30 eurillos, y el a cambio de eso se lo regala, y el niño se lo está pensando, claro.