Se trata de una de las construcciones arquitectónicas más relevantes del Barroco español, por la singular forma convexa de su
fachada y su original planta, poco habitual en el país y única en el Barroco madrileño. El templo, que empezó a construirse en el año 1739, posee una notable influencia italiana.
El proyecto arquitectónico pertenece al italiano Giacomo Bonavia, aunque se basa en un proyecto previo de Teodoro de Ardemans,. Bonavia dirige la construcción del subsuelo de la cripta, el basamento de la
iglesia, las seis
capillas de la nave con sus pilastras, la cubierta de madera y la fachada. El resto lo realizó su discípulo Virgilio Robaglio bajo su supervisión.