Caja
Madrid decidió llamar a la construcción Obelisco de la Caja, aunque dada la forma piramidal de ese tipo de
monumento, no es un obelisco propiamente dicho. En realidad, su diseño está inspirado en la
Columna del Infinito, una obra de 29,33 metros de altura del
escultor rumano Constantin Brâncuşi (1876–1957), levantada en 1938 en Târgu Jiu (Oltenia, Rumanía).
El núcleo interno de la obra, de 92 metros de altura, es un fuste metálico cilíndrico de igual longitud y 2 metros de diámetro, que descansa sobre tres patas metálicas. Estas, que pesan 50 toneladas cada una, se apoyan a su vez sobre tres pilotes de hormigón de 80 centímetros de diámetro y 26 metros de longitud. En vez de sustentar el mencionado mástil directamente sobre su eje longitudinal, se decidió hacerlo de este modo para no ejercer excesiva presión sobre un
túnel pre-existente en el lugar.
Al fuste se fijan, mediante articulaciones, 462 costillas y 462 lamas de bronce de 7,70 metros de longitud, que revisten la totalidad del obelisco. Dichas lamas tendrían un movimiento bascular transmitido a través de las costillas, dando externamente la apariencia de un movimiento de ascensión de una onda a lo largo de la columna. Tras dos días de funcionamiento, dicho mecanismo móvil comenzó a dar problemas, a lo que hay que sumar el alto coste de mantenimiento del monumento. Esto ha hecho que, solamente, se haya podido contemplar el movimiento en dos ocasiones. Desde entones, el obelisco está parado.