SI LOS BURROS Y ACEMILAS PUDIERAN HABLAR
Cuantas historias de humanos burros y acémilas han quedado en el olvido, cuantas coces tenían su motivo, cuantos rebuznos se han perdido en los Campos de Castilla. Hubo tiempos que las varas de castigo sobre esos animales era diario, Cuantos rebuznos en las cuadras y corrales, cuantas horas de tirar del arado romano, sobre fincas que apenas eran labradas, Hubo seres humanos que de humanidad no tenían nada, todo lo arreglaban con dar palos sin pensar en que su piel y su cuerpo sufrían esos castigos anormales, Incluso blasfemando y maldiciendo a todo lo que estaba en su entorno, Decían algunos seres de esos que eran muy burros que no obedecían más que al palo, Incierto, yo desde mi niñez pude jugar con los burros, y eran inteligentes, ya que cuando tenia que ir con ellos siendo un niño a transportar cosas de la agricultura, ellos sabían de sobra que no era tiempo de jugar, sin embargo cuando les soltaba por el patio de mi casa, corrían y daban saltos de alegría, echando las orejas para atrás como símbolo de querer jugar con mis amigos, y seguían como si fueran toros bravos, Dicen que no se dejan coger las orejas los burros, es mentira, yo les hablaba cómo si fueran sordos y ellos no protestaban, incluso les hacia coletas con el pelo de su rabo, y pasaba por debajo de su vientre sin ellos molestarse, estos veranos pasados, acudí a ver a dos burros que existían o existen en una granja escuela de Hoyo de Manzanares, intente hacerme con su amistad, y comprendí que son animales inteligentes, los dos burros me miraban, aunque estaba a mi lado el perro Podenco Ibicenco, Triki, que les ladraba al verles tan grandes, ellos me miraban como diciéndome este escandaloso perro llévatelo de aquí, varias veces les visite, y ellos parece que me conocían, incluso todas madrugadas sobre las seis de la mañana, lanzaban sus rebuznos que se escuchaban con claridad en casi todo el entorno de aquel trozo de la montaña de La Tortuga. Digamos como un kilometro de distancia, se ve que la falta de alimentos les hace reclamar su sustento. De las acémilas diremos que son animales de más talla y fuerza, más quizá sean menos amigas de poder jugar con ellas, Aunque mi hermano menor hiciera lo mismo que vio conmigo cuando mi padres tenían burros, eran sus juguetes preferidos las dos acémilas. Un era Rubia y la otra era Morena. Más tenían sus buenos ratos de poder jugar y verlas correr por el patio. G X Cantalapiedra.
Cuantas historias de humanos burros y acémilas han quedado en el olvido, cuantas coces tenían su motivo, cuantos rebuznos se han perdido en los Campos de Castilla. Hubo tiempos que las varas de castigo sobre esos animales era diario, Cuantos rebuznos en las cuadras y corrales, cuantas horas de tirar del arado romano, sobre fincas que apenas eran labradas, Hubo seres humanos que de humanidad no tenían nada, todo lo arreglaban con dar palos sin pensar en que su piel y su cuerpo sufrían esos castigos anormales, Incluso blasfemando y maldiciendo a todo lo que estaba en su entorno, Decían algunos seres de esos que eran muy burros que no obedecían más que al palo, Incierto, yo desde mi niñez pude jugar con los burros, y eran inteligentes, ya que cuando tenia que ir con ellos siendo un niño a transportar cosas de la agricultura, ellos sabían de sobra que no era tiempo de jugar, sin embargo cuando les soltaba por el patio de mi casa, corrían y daban saltos de alegría, echando las orejas para atrás como símbolo de querer jugar con mis amigos, y seguían como si fueran toros bravos, Dicen que no se dejan coger las orejas los burros, es mentira, yo les hablaba cómo si fueran sordos y ellos no protestaban, incluso les hacia coletas con el pelo de su rabo, y pasaba por debajo de su vientre sin ellos molestarse, estos veranos pasados, acudí a ver a dos burros que existían o existen en una granja escuela de Hoyo de Manzanares, intente hacerme con su amistad, y comprendí que son animales inteligentes, los dos burros me miraban, aunque estaba a mi lado el perro Podenco Ibicenco, Triki, que les ladraba al verles tan grandes, ellos me miraban como diciéndome este escandaloso perro llévatelo de aquí, varias veces les visite, y ellos parece que me conocían, incluso todas madrugadas sobre las seis de la mañana, lanzaban sus rebuznos que se escuchaban con claridad en casi todo el entorno de aquel trozo de la montaña de La Tortuga. Digamos como un kilometro de distancia, se ve que la falta de alimentos les hace reclamar su sustento. De las acémilas diremos que son animales de más talla y fuerza, más quizá sean menos amigas de poder jugar con ellas, Aunque mi hermano menor hiciera lo mismo que vio conmigo cuando mi padres tenían burros, eran sus juguetes preferidos las dos acémilas. Un era Rubia y la otra era Morena. Más tenían sus buenos ratos de poder jugar y verlas correr por el patio. G X Cantalapiedra.
Qué buen observador!