AQUEL HOMBRE NO HABIA PERDIDO LA MEMORIA
El hombre que aún vive pasa de la edad de ochenta años, y su memoria aunque no le falla él piensa que no es eterno, en un momento de visionar su futuro, le dio la idea de poder escribir todo lo que paso su familia hace muchos años, este hombre en un ordenador empezó a escribir sin dejar un solo día de hacerlo, era como si el destino le quisiera avisar de cualquier tropiezo, Y sobre un pendráis inicio su aventura, que poco a poco fue relatando, su infancia de miedo, escuchar relatos de muertes violentas en sus tíos carnales y abuelo, dar salida a esas frases inoportunas de ciertos seres energúmenos que solo sirvieron para dejar sus trágicas huellas. Alguien le comunico que esa historia no se debía perder para sus descendientes. Y que debía de registrarla en la propiedad intelectual de Madrid, donde no existía censura de ninguna clase, El hombre termino en pocas semanas de escribir aquel calvario de años imposibles de olvidar, y aún más cuando existen falta de alimentos, y se vive en una casa de adobes con el suelo de tierra o piedras pequeñas, cuando en su población eran proscritos sus antiguos familiares, por ser personas decentes y mirar por los derechos del hombre que trabajaba, estaba prohibido hablar de ellos después de muchos años. Todo aquel cumulo de actos penosos pasaron al relato diario, que, al terminar de escribirlos, este hombre mayor se dirigió al Registro de la Propiedad Intelectual, que se encuentra en el Edificio que fue de la Cerveza El Águila, en la Calle de Ramírez de Prado. N.º 3. Piso tercero. Metro Delicias. Donde en su tarjeta del Banco pago 13.33. euros para abonar dicho importe, Allí le dieron el recibo con dos folios y la hora de registro y día, con sus datos personales y el título de su triste historia, que ya nadie se la borraría ni aniquilaría, aunque dijera la verdad esta vez sin ninguna censura. G X Cantalapiedra.
El hombre que aún vive pasa de la edad de ochenta años, y su memoria aunque no le falla él piensa que no es eterno, en un momento de visionar su futuro, le dio la idea de poder escribir todo lo que paso su familia hace muchos años, este hombre en un ordenador empezó a escribir sin dejar un solo día de hacerlo, era como si el destino le quisiera avisar de cualquier tropiezo, Y sobre un pendráis inicio su aventura, que poco a poco fue relatando, su infancia de miedo, escuchar relatos de muertes violentas en sus tíos carnales y abuelo, dar salida a esas frases inoportunas de ciertos seres energúmenos que solo sirvieron para dejar sus trágicas huellas. Alguien le comunico que esa historia no se debía perder para sus descendientes. Y que debía de registrarla en la propiedad intelectual de Madrid, donde no existía censura de ninguna clase, El hombre termino en pocas semanas de escribir aquel calvario de años imposibles de olvidar, y aún más cuando existen falta de alimentos, y se vive en una casa de adobes con el suelo de tierra o piedras pequeñas, cuando en su población eran proscritos sus antiguos familiares, por ser personas decentes y mirar por los derechos del hombre que trabajaba, estaba prohibido hablar de ellos después de muchos años. Todo aquel cumulo de actos penosos pasaron al relato diario, que, al terminar de escribirlos, este hombre mayor se dirigió al Registro de la Propiedad Intelectual, que se encuentra en el Edificio que fue de la Cerveza El Águila, en la Calle de Ramírez de Prado. N.º 3. Piso tercero. Metro Delicias. Donde en su tarjeta del Banco pago 13.33. euros para abonar dicho importe, Allí le dieron el recibo con dos folios y la hora de registro y día, con sus datos personales y el título de su triste historia, que ya nadie se la borraría ni aniquilaría, aunque dijera la verdad esta vez sin ninguna censura. G X Cantalapiedra.