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SANTO DOMINGO SAVIO, religioso
(9 de marzo)
¿Es posible "fabricar" un santo en 15 años? Habría que responder afirmativamente a esta pregunta si leemos la vida de Santo Domingo Savio. Apenas llega a esa edad, cuando muere el nueve de marzo de 1857.
Había nacido cerca de Turín, el 2 de abril de 1842, en el seno de una familia modesta. Era un superdotado. Desde muy niño, se pudieron apreciar en él extraordinarias dotes de inteligencia y carácter.
A los 12 años, entra en contacto con otro hombre extraordinario: San Juan Bosco, como alumno del Oratorio que este dirige en Turín. En la primera entrevista con don Bosco, éste se percata de que ante él tiene alguien verdaderamente excepcional, y, con su buen humor, le dice: "Me parece que aquí hay buena tela". Domingo capta enseguida el sentido de sus palabras, y se ofrece a ser tela en manos de tan buen sastre.
Como está decidido a ser santo, comienza con grandes ayunos y penitencias. Hasta que su director espiritual le hace ver que la verdadera santidad consiste en hacer la voluntad de Dios, cumpliendo con el propio deber, dominando las pasiones, sobrellevando las molestias del prójimo y haciendo el bien en el ambiente en que se vive.
A Domingo le parece un programa fácil, y se dedica con todo empeño a él. Tuvo sus crisis y sus dificultades, propias, en parte, de su joven edad. Para superarlas, se dedica en alma y cuerpo al apostolado. Destacó como catequista, estudiante, deportista y cantor. Todo le servía de medio para hacer apostolado.
Su vida de oración y de piedad se traducía en la participación diaria en la Eucaristía, en las frecuentes visitas al Santísimo, en una tierna devoción a la Virgen.
Su salud comenzó a resentirse. Un famoso médico dijo de él que "crecía" en el espíritu más deprisa de lo que podía aguantar su cuerpo, todavía niño.
Cuando se acercaba la hora de su muerte, exclamó: "¡Qué cosas más hermosas estoy viendo! ¡La Santísima Virgen viene a llevarme!"
Fue canonizado por Pío XII el año 1954.