Soy la conciencia del torpedo universal.Ahora le ha molestado el tema Eurovisión.Tema que le toco, le revuelvo las tripas y yo que me alegro.El mísero defensor de la democracia lo hace desde el púlpito de la intransigencia y el insulto.A este escucha novenas de tres al cuarto le haría falta un buen repaso académico por la realidad de su puñetera aspaña, esa aspaña que defiende y que no se resigna a pensar que no volverán, que sus banderas victoriosas sólo sirven para limpiar la bocaza y el final de la espalda de nostálgicos como él.Y la cuestión es saberlo llevar, pasear por los limbos del pasado entre amigotes de rancio pasado, de fracasados porque dudan hasta de aquel que les prometió lo de atado y bien atado.Ajo y agua, triste figura, por mí como si sigues reivindicando el uno de noviembre a tu santo patrón y luego das la patética disculpa de una coincidencia familiar.No engañas ni a las estatuas de cera:ellas son creíbles porque intenta dignificar a un genio.Tú, cuando te afeitas el bigotillo, miras a otro lado por miedo o asco a aquello que encuentra en el espejo.Eso si, en la intimidad, no te da por disfrazarte de alicia y su maravilloso país.Que tanta hombría aspañola me recuerda el refranero:dime de lo que presumes, compañero, y te diré de qué careces.
Los animales son sanos, nobles, fieles.Me encanta ser un animal y respingar.Quedarse en bulto sospechoso, en trozo de carne con ojos y babosear es cosa de gente amiga como su eminencia, en italiano te sonará más y mejor.
El Tamboriler del Bruch.
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