ZAMORA: Aunque no tengo el gusto de conocer a Octavio, quiero...

La renovación de los sifones en el casco viejo pone fin a ocho años de malos olores
La instalación de 135 nuevas tuberías afecta a una docena de calles del conjunto histórico
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Balborraz, una de las calles donde se renovará el sistema.
Foto Emilio Fraile
TANIA SUTIL La sustitución de los sifones en los sumideros del casco histórico para erradicar los malos olores en la zona ya está en marcha. El proyecto municipal contempla la instalación de 135 sifones para poner fin a más de ocho años de hedores que han soportado vecinos, paseantes y turistas. La obra incluye las principales vías del conjunto histórico con la previsión de actuar en las calles de Balborraz, Juan Nicasio Gallego, plaza de San Miguel, Ramos Carrión, plaza de Viriato, Rúa de los Francos, Rúa de los Notarios, plaza de los Ciento, plaza de la Catedral, jardines del Castillo, calle de Obispo Manso y plaza de Arias Gonzalo.

La mesa de contratación abrirá la próxima semana las plicas para la adjudicación de las obras que se llevarán a cabo en una primera fase con un presupuesto de 100.000 euros. Entre las mejoras que presenten las empresas ofertantes no se valorará la baja económica sobre el tipo de licitación sino el aumento del número de sifones de cara a llegar al mayor número de calles posibles. La actuación supondrá la primera fase de los trabajos previstos con el objetivo de completar la acometida de una segunda fase que incluya la reposición en todas las calles afectadas y que se llevará a cabo «durante el año actual», indican fuentes del equipo de Gobierno.

El Ayuntamiento será el que tenga que abonar el coste de los futuros trabajos después de que una sentencia del Juzgado Contencioso de Zamora condenara a la institución municipal a devolver la fianza de 250.000 euros a la empresa adjudicataria de las obras de rehabilitación ejecutadas hace más de ocho años en el casco histórico. Esta circunstancia impide que la institución local utilice esta cuantía para la reposición de los sifones y evitar así el hedor que desprende la zona. El propio acta de recepción de las antiguas obras recogía el compromiso de la empresa de resolver el problema en su periodo de garantía de un año, plazo más que superado y que motivó el año pasado una moción de IU para subsanar este aspecto. La propuesta no salió adelante debido a la ausencia de un concejal de la oposición pese a contar con el respaldo tanto de los ediles socialistas como de los de Adeiza.

Los malos olores en la zona histórica, sobre todo, durante los meses estivales, han provocado el malestar de los vecinos que residen en el entorno, que piden desde hace años una solución a una obra mal ejecutada. La disconformidad con la situación se evidenció el pasado verano, cuando un grupo de vecinos protestó de manera simbólica por el mal olor del casco histórico colocándose mascarillas en la boca durante la inauguración del acto cultural de la calle de Balborraz.

Los hedores tampoco pasan desapercibidos para los turistas que, aunque sorprendidos por la Zamora histórica, perciben el olor putrefacto que a veces impregna las calles del casco antiguo.

Aunque no tengo el gusto de conocer a Octavio, quiero felicitarle efusivamente pues su preocupación por los problemas que afectan a los ciudadanos con caracter constructivo, -cuestión, por otra parte, "rara avis" por estos pagos- merece un sincero aplauso. Y si por añadidura consigue que se hagan eco de su comentario, mejor aún. Yo me voy a atrever a comentar sobre otro problema que, si bien no huele a alcantarilla residual, quizá tiene otras connotaciones más desagradables aún: los actos vandálicos de los gamberros y su comportamiento ciudadano.

Veamos por qué: en la centriquísima plaza de Castilla y León formando parte dela misma acera de la calle Santa Clara, centro neurálgico de la ciudad, los gamberros campan por sus respetos, incluso después de la normativa municipal publicada pomposamente en el boletín oficial de la provincia de hace sólo unos días, es decir, tras prohibir que los adolescentes y los no tanto, circulen con los patines a toda velicidad asustando a los sencillos peatones que por ahí circulan. Pero no solo eso sino que, además, saltando con semejantes adminiculos portando todo el peso del cuerpo del gamberro en cuestión, se "arregustan" como posesos dejándose llevar a toda velocidad para estrellarlos contra los asientos de los bancos que les sirven de valla para saltos de patinaje.

Yo me pregunto: ese destrozo del mobiliario ciudadano que ha sido sufragado con los impuestos de todos los vecinos, ¿es posible que no sea objeto de la vigilancia oportuna toda vez que, a plena luz del día y con cientos de testigos indefensos lo repiten una, otra y otra vez con todo descaro riéndose con total impunidad?, ¿dónde está la aplicación de esa normativa que tan rimbombante salió en el Boletín Oficial de la Provincia prohibiendo tales "hazañas pseudo-deportivas?.

Para hablar de otras "lindezas gamberriles", también objeto de prohibición según la susodicha norma publicada como es la de comer en la calle arrojando los desperdicios en el suelo, las pintadas groseras en paredes y en fachadas, hacer aguas menores y hasta las mayores, almenos las de los perros que más de algunos pisamos a pesar de la normativa que debiera impedirlas, constituyen tod un sinfin desagradable de sufrimiento ciudadano, que, por otra parte, tan fácil sería de erradicar. Y si no, que se lo pregunten a los responsables de las ciudades limítrofes con la nuestra, respecto de las cuales sentimos envidia noble de su limpieza pública. ¿Y asimismo, de la deplorable imagen en los muchos visitantes forasteros que nos visitan para admirar el románico de nuestra ciudad y nuestros monumentos?.