Aunque iniciada en 1927 a cargo del ingeniero Marcelino Enríquez, distintos avatares retrasaron su inauguración hasta 1958. La
fachada mide 88 metros de largo y está compuesta por tres cuerpos, dos de ellos laterales y un tercero central, flanqueado por cuatro
torres de planta cuadrada. En el primer piso destacan las arcadas renacentistas que dan acceso a las distintas dependencias de la
estación del ferrocarril como son taquillas, despachos,
bar, aseos, sala de espera, etc. También son neo-renacentistas las balaustradas y los
ventanales en el primer piso. En la parte superior, el modelo para las arcadas y antepechos de los vanos se buscó en el
gótico tardío. El cuerpo central acoge el
reloj, estando éste alojado en un pequeño
frontón junto a una gran balconada y junto al relieve que representa a los Reyes Católicos. La fachada se completa urbanísticamente con una gran explanada encerrada hacia el
edificio por un bello enrejado coetáneo. Originalmente, los trabajos de forja se extendían a la marquesina y a los despachos rotulados, hoy desaparecidos. Otra peculiaridad de este edificio historicista son los materiales empleados en su fachada, esto es, la
piedra arenisca de Villamayor (
Salamanca), que confiere al conjunto un
color y una textura característicos.