Una humilde caseta asiste al parto de la diosa Gea (La Tierra) que rompe
aguas sin cesar en este oasis rodeado de una inmensa estepa.
Dos generosos pezones han amamantado durante siglos a infinidad de pradeños, visitantes y caminantes.
Quienes mamamos durante tanto tiempo en nuestro hermoso
Caño, no debemos olvidar que ahora apenas gotea.
Restablezcamos el flujo y hagámoslo ¿ya!.
Un saludo, Toño.