VENIALBO: Una piscina que se limpia sola...

Una piscina que se limpia sola
El Ayuntamiento de Venialbo construye un estanque artificial que se abastecerá de forma automática gracias al agua de un manantial cercano y un sistema de drenaje
12:02

Operarios miden el terreno antes de comenzar la construcción de la piscina. Foto J. V.
ALEJANDRO BERMÚDEZ Las largas jornadas de calor hacen que las piscinas sean el rincón más popular y más frecuentado en todos los pueblos de la provincia, pero su mantenimiento requiere una gran inversión de esfuerzo y dinero por parte de los Ayuntamientos o de los particulares que las poseen. En cambio, existen alternativas ecológicas y más cómodas, que no precisan depuradoras, el uso de cloro y detergentes, ni su vaciado al final de temporada, y además se llenansolas sin encarecer la factura del agua.
En Venialbo se está construyendo la primera piscina natural de la provincia, una estructura asentada sobre un terreno de abundantes aguas subterráneas que llenarán y renovarán su contenido de forma constante y automática.
Su funcionamiento es más simple y cómodo que el de una piscina común. Su construcción, por el contrario, es más compleja, ya que la estructura se asienta sobre un terreno fangoso y húmedo. Precisamente, este paraje se eligió por ser la zona baja del pueblo. A cien metros existen grandes bolsas subterráneas de agua a mayor altitud, cuyas aguas bajan hacia el arroyo Talanda. Un drenaje permite desviar parte de estas aguas para que pasen por la piscina en su camino natural hacia el arroyo. La estructura tiene una base de hormigón de treinta centímetros de espesor. Antes de su construcción se descargaron varias toneladas de canto rodado para dar solidez al terreno pantanoso, aunque previamente se había alisado y se habían abierto las zanjas de drenaje.
Las características del suelo también obligaron a levantar la estructura en lugar de escavarla, como suele hacerse con las piscinas convencionales. Las paredes son de hormigón armado, de veinticinco centímetros de grosor, y están protegidas por varias capas de una sustancia impermeabilizante.
Para finalizar, se rellenó el terreno circundante con tierra vegetal para formar una pequeña colina alrededor de la estructura y facilitar así el acceso a la piscina.
Las obras han sido dirigidas por el arquitecto Ángel Casaseca y llevadas a cabo por una empresa del propio pueblo, Hijos de Andrés Sánchez.
Las dimensiones de la construcción son de veinte metros de largo por ocho de alto, y un metro y medio de profundidad, y está situada en una zona arbolada, para que los bañistas puedan elegir entre tomar el sol o situarse bajo la sombra de los chopos.
Según el alcalde de la localidad, Jesús Vara Colino, «se trata de un estanque-piscina que además de tener un uso recreativo podrá servir de lugar de carga a los servicios antiincendios si es necesario, y además será una reserva de agua limpia, un recurso cada vez más escaso».
El coste total de la construcción ha sido de 26.000 euros, pero no ha supuesto gasto alguno para el Ayuntamiento, ya que se ha financiado completamente con fondos europeos FEDER a través del Grupo de Acción Local de Toro, La Guareña y Tierra del Vino. En los sucesivos años el consistorio sí invertirá algo de dinero para proteger la zona con una valla y convertirla en un recinto cerrado.
Las obras comenzaron a mediados de junio, una vez que el consistorio obtuvo el permiso de la Confederación Hidrográfica del Duero y se cumplieron los plazos del concurso de adjudicación de las mismas.
Ahora, solo queda pendiente rematar los bordes y acondicionar la zona para hacerla más atractiva a los usuarios. El regidor espera que la instalación esté en funcionamiento en menos de un mes, a primeros de agosto, cuando los hijos emigrados llegan de vacaciones con motivo de las fiestas de San Roque y multiplican la población de la localidad.
Los habitantes del pueblo saben desde hace generaciones que esa zona, conocida como «La Poza», se asienta sobre un río subterráneo. De hecho, a pocos metros están los lavaderos donde sus madres y abuelas frotaban la ropa para dejarla limpia. Con la llegada de la lavadora a todos los hogares, el lugar dejó de usarse por completo y el edificio estaba prácticamente abandonado, si bien aún había gente que utilizaba los caños para llenar sus botijos de agua fresca y cristalina. Ahora, la piscina volverá a llenar la zona de vida y dará a las aguas de los manantiales un uso muy diferente: refrescar y entretener a los vecinos de Venialbo.