TORO: SUSANA ARIZAGA «No hay duda de que agresor y víctima...

SUSANA ARIZAGA «No hay duda de que agresor y víctima estaban enemistados desde hacía tiempo», circunstancia que ha impedido a la Audiencia Provincial aplicar la agravante de parentesco y la ha llevado a imponer ocho años de prisión al fratricida de Toro, Florencio Vaquero Andrés, por matar a su hermano cesáreo al asestarle cinco golpes en el cráneo con una barra de hierro. Esa agravante podría haber incrementado hasta 12 años y seis meses la pena de cárcel, como exigían el fiscal y la familia del finado.

La sentencia, que incluye la prohibición de que Florencio resida en Toro durante 12 años, tras cumplir la condena y de aproximarse a su cuñada y sus dos sobrinas a menos de 500 metros, será con toda probabilidad recurrida ante el Tribunal Supremo por la familia del finado, que se siente «desolada, insatisfecha, ya no estuvimos de acuerdo con el fallo del jurado», indicó la esposa de Cesáreo, Soraya Morán Alfageme. «Esperábamos que la sentencia impusiera las penas máximas, nunca pudimos pensar que se quedaría en ocho años de cárcel porque en cuatro años» el condenado, que lleva un año y ocho meses en prisión preventiva, «estará en la calle, mientras que yo me he quedado sin mi marido, y mis hijas sin su padre».

La familia de Cesáreo recibió ayer «la mala noticia con insatisfacción», declaró el letrado de la acusación, Francisco Javier López, «con temor porque Toro está a 30 kilómetros de Zamora y después de lo ocurrido», del crimen sucedido el 23 de marzo a las 12.30 horas en aquélla localidad, «mis clientes tienen cierto temor a este individuo. Siempre han pensado que era peligroso, Cesáreo ya no se fiaba de él». En el recurso se trataría de que se revise el fallo judicial para que se condena a Florencio por asesinato a 20 años de prisión, acusación principal de la familia, que sostiene que la agresión mortal fue un acto sorpresivo, «sin posibilidad de defensa» para el finado, como admitieron los forenses y el jurado consideró probado, y «aprovechó que nadie le veía para matarlo», apostilló el letrado. Tampoco está de acuerdo con la indemnización que el magistrado Pedro García establece para la esposa del finado y sus hijas, casi la mitad de lo reclamado, es decir, 366.700 euros.

Muy diferente resulta la valoración realizada por el abogado de la defensa, «estamos contentos», manifestó Carles Monguilod, para quien la sentencia «está ajustada» a las penas que se podían fijar por el delito de homicidio voluntario, tras aplicar las atenuantes de enajenación mental transitoria (Florencio actuó en un estado pasional pero consciente de que lo que hacía estaba mal) y de confesión, alegadas por este letrado durante el juicio y admitidas por el jurado. Aunque tiene que «estudiar la sentencia», expresó sus dudas sobre un posible recurso para lograr que el Supremo acepte la absolución por la eximente de enajenación mental transitoria o tres años de cárcel si la deja en atenuante.