Con el cigarro gruesos en labios, sobre lomo de la mula que al yugo va lado izquierdo, sentado va el yuntero. Sobre el yugo hincado el arado, que deja la rastrera en el camino del Barrero, surca las frías aguas del Montoya pues es un día cualquiera de invierno. El sol con demasiada timidez va levantando la niebla que bajo cuando estaban en el cielo los luceros. El labriego, contempla los campos escarchados, mientras busca una cerilla en el bolsillo, vuelve a encender el grueso cigarro. Suenan las ... (ver texto completo)