CAMINO DE SANTIAGO
Una noche me dijo mi madre
con los ojos mirando al cielo
contremplando los astros que brillan
en aquel infinito universo.
Hijo mio; eleva los ojos
mira hacia arriba por un momento
y verás cuantos seres se encuentran
alumbrando en el espacio inmenso.
Ellos parecen muy diminutos
puntos de fuego porque están lejos,
pero son soles mucho más grandes
que el sol que tú y yo de día vemos.
Mira bien y verás blanquecina
una cinta, parece un sendero
de harinoso polvillo de plata
o de flores puestas en el cielo.
Es el camino: Cuenta la historia
que una noche a un hermoso viajero
sirvió de guía, fue quien nos trajo
a España la luz del Evangelio.
Camino de Santiago se llama
porque a éste, en su derrotero,
por las noches le sirvió de guía
para que fuera siempre certero.
Cuentan que un día ya muy lejano
noche tranquila, se oyó un concierto
y vieron a Santiago en persona
caminado por aquel sendero,
que vestía una túnica larga
blanca y hermosa como un lucero
con bordón de esmeraldas preciosas,
caminaba de noche el viajero.
Era noche de luna menguante,
que guardaba profundo silencio,
solo un ruido lejano se oía
que arrastraba las hondas del viento.
Dicen que era el Apóstol Santiago
que pasaba con un gran cortejo,
que llevaba la luna en sus plantas
y que el sol lo llevaba en el pecho.
¿A dónde iba aquel peregrino
por aquel caminito del cielo?
Curioso pregunté yo a mi madre
inocente como un pequeñuelo.
Dice un viejo que cuenta la historia
que el apóstol era mensajero,
que llevaba la vida de Cristo
y la luz de su nuevo evangelio.
Que a su paso de noche en el campo
las plantas todas florecieron,
y en el cielo el camino de Santiago
apareció de hermosos luceros.
Autor: Juan Antonio Villar García
Una noche me dijo mi madre
con los ojos mirando al cielo
contremplando los astros que brillan
en aquel infinito universo.
Hijo mio; eleva los ojos
mira hacia arriba por un momento
y verás cuantos seres se encuentran
alumbrando en el espacio inmenso.
Ellos parecen muy diminutos
puntos de fuego porque están lejos,
pero son soles mucho más grandes
que el sol que tú y yo de día vemos.
Mira bien y verás blanquecina
una cinta, parece un sendero
de harinoso polvillo de plata
o de flores puestas en el cielo.
Es el camino: Cuenta la historia
que una noche a un hermoso viajero
sirvió de guía, fue quien nos trajo
a España la luz del Evangelio.
Camino de Santiago se llama
porque a éste, en su derrotero,
por las noches le sirvió de guía
para que fuera siempre certero.
Cuentan que un día ya muy lejano
noche tranquila, se oyó un concierto
y vieron a Santiago en persona
caminado por aquel sendero,
que vestía una túnica larga
blanca y hermosa como un lucero
con bordón de esmeraldas preciosas,
caminaba de noche el viajero.
Era noche de luna menguante,
que guardaba profundo silencio,
solo un ruido lejano se oía
que arrastraba las hondas del viento.
Dicen que era el Apóstol Santiago
que pasaba con un gran cortejo,
que llevaba la luna en sus plantas
y que el sol lo llevaba en el pecho.
¿A dónde iba aquel peregrino
por aquel caminito del cielo?
Curioso pregunté yo a mi madre
inocente como un pequeñuelo.
Dice un viejo que cuenta la historia
que el apóstol era mensajero,
que llevaba la vida de Cristo
y la luz de su nuevo evangelio.
Que a su paso de noche en el campo
las plantas todas florecieron,
y en el cielo el camino de Santiago
apareció de hermosos luceros.
Autor: Juan Antonio Villar García