Hace veinte años, un médico me dijo: Un día se quedará paralítico del lado derecho, desde entonces me pellizco la pierna derecha veinte veces al día. El otro día en una cena entré en pánico y dije: llamen a un doctor, mi pierna derecha está paralizada. La señora que estaba a mi lado se echo a reír y dijo: No se preocupe, usted ha estado pellizcando mi pierna, no la suya.