PADORNELO: UNA ALCALDESA DE FÁBULA...

UNA ALCALDESA DE FÁBULA
Érase una vez un pueblo muy hermoso encaramado en la montaña. Aunque tenía muy pocos vecinos, el pueblo estaba dirigido por una mujer con dos cargos: Presidenta de la Junta Vecinal y Alcaldesa de Barrio. Tantos cargos en una sola persona la llevaron a contratar asesoramiento, cual Presidente de Gobierno: un letrado pagado mensualmente por el pueblo, como aquellas viejas igualas con el médico municipal. No se sabe si tal contrato es laboral o como autónomo con sus correspondientes facturas. Se dice en la solana que cobra mil euros al mes; pero no se sabe con certeza y precisión, porque el referido abogado es el que lleva todas las gestiones y oculta al pueblo todo aquello que no conviene que el pueblo sepa, porque los vecinos qué coño entienden de estas cosas...
Ni el propio Secretario de la Junta tiene a su disposición el Libro de Actas de las reuniones, ni lo tuvo nunca. Cuando hay que hacer una certificación, la hace el letrado, y el secretario sólo está para firmarla, aunque él mismo no redactara el acta que se certifica, y ni siquiera sepa si realmente existe tal acta.
En todas la reuniones, ya sean asambleas o juntas, está el asesor. Él lo es todo. Los vecinos nada somos.
Un día apareció una vecina del pueblo reclamando una calle como suya, poniendo unas cancelas en los extremos. Entonces desde el Ayuntamiento al que pertenece nuestro encantador pueblo, se defendió la titularidad pública de la calle. Pensará el lector que a tan encomiable tarea se sumó de inmediato nuestra Alcaldesa de Barrio y Presidenta con su letrado asesor pagado por el pueblo. Es lo que ocurriría en cualquier aldea del mundo. Pues no.
Resultó que la vecina que decía que la calle era suya era la propia Alcaldesa y Presidenta. Hubo juicio, y a la calle del pueblo sólo la defendió el Ayuntamiento. Hubo contencioso, y a la calle de los vecinos sólo la defendió el Ayuntamiento. Todas las sentencias, que fueron cuatro, fueron desfavorables a la vecina que decía que aquella calle era suya. Pero sigue en sus trece la buena mujer. ¿Qué importancia tienen para ella los tribunales de justicia?
Somos muchos los vecinos que pensamos lo siguiente:
Nos parece muy lícito que la vecina reclame la titularidad de la calle, si está convencida de que es suya. Pero ese asesor que pagamos el pueblo entero y llevó a cabo todas y cada una de las reclamaciones de la vecina debió de asesorarla con más dignidad:
Primero debió desposeerse de los cargos que ocupa. Presentar las dimisiones de Alcaldesa de Barrio y Presidenta de la Junta Vecinal.
Después, sin ningún tipo de ataduras, buscarse como cualquier otro vecino un letrado propio, diferente del del pueblo que todos estamos pagando, y defender sus derechos ante el pueblo, el Ayuntamiento y los Tribunales de Justicia.
Ahora resulta que denuncia al Alcalde del Ayuntamiento utilizando el mismo abogado, el que pagamos todos los vecinos para la defensa de nuestros intereses, porque hay una señal de tráfico que prohíbe aparcar vehículos en esa calle. Esa señal ya se tenía que haber puesto hace varios años, dado que en la calle siempre había un vehículo estacionado que impedía el tránsito por la misma a otros vehículos, por no haber amplitud para aparcar.
Es de sentido común. Y así lo recoge la Ley de Tráfico estatal. No se puede estacionar en aquellos lugares en los que el vehículo aparcado bloquea el normal tránsito por la vía. La señal no es más que una redundancia, pero necesaria cuando la tozudez del conductor es superlativa.
Si no lo hizo antes, debería hacerlo ahora. Dimita de sus cargos, que no parece muy capacitada para ejercerlos. Y el abogado, si cobra por defender los intereses del pueblo de Padornelo, defiéndalos. Y si no, váyase también, deje la defensa de los intereses de todos, y céntrese exclusivamente en los de su defendida, que falta le va a hacer.