No se si mi primo me escarallara o en todo caso me diga, me debes una.
Pero va por mi tío Saturnino que nunca le pague las 25 pesetas.
El caso, empezó en la puerta de mi casa, así;
Vamos hasta la Portela! al Bar de Jesús a ver la Portuguesa nueva,
(era la camarera que había contratado Jesús) y tomamos una Mirinda,
que es lo que tomábamos por entonces el fin de semana cuándo teníamos
una peseta.
Montados en aquellas bicicletas standard, que había que bajarle el
sillín, para llegar a los pedales. Cogemos la orilla de la carretera
dispuestos hacer los mil metros, con su correspondiente subida.
Pasando las curvas de la cruzcada,íbamos en paralelo y un seiscientos
detrás nuestro, las muchas curvas y mala visibilidad le impedían
adelantar.
No se de quien salio la idea.! No te apartes, que así vemos las rapazas
que van dentro!, continuamos unos cien metros distraidos hasta los
prados de lamadeleira. De repente exclama mi primo.! Apártate, que viene
el Land Rover de la Guardia civil!.
Me faltaban fuerzas, para enfilar aquella pequeña recta del Pozo los
ranos, ponerme en fila delante de mi primo y dejar pasar las rapazas
del seiscientos y la pareja de la Guardia civil. Pero leches! el
Land Rover reduce, se acerca a mi primo, el de la derecha con la
ventanilla bajada le dice; Al llegar al alto paráis!. Con el ruido del
land rover no entiendo lo que dicen, y se pierden de vista al girar
la curva de los ranos.
Miro para atrás y mi primo ya se había dado la vuelta y le oigo
escapa que estos nos denuncian. Le sigo a todo pedal hasta los prados
de las forcadas, que, se sale la cadena. Esconde la bicicleta y sal
corriendo que estos se dan la vuelta, decía mi primo. Sin hacerle caso,
la agarro de ramal a trompicones corriendo hasta la rampa del carballo
que salimos de la carretera, como es cuesta abajo me monto y la
bicicleta va sola hasta la casa de mi primo.
Que descanso, exclamé! y subimos a casa que estaba mi tía Sofia,! que
os pasa! no le damos explicaciones, y se va hacernos unos bocadillos.
Miramos por la ventana que se ve parte de la carretera y el Land rover
que esta enfrente la puerta de José María, nosotros tranquilos
pensando aquí no bajan, nos ponemos a comer los bocadillos.
Ellos ya habían preguntado en el Bar de Teresa y José María, si habían
visto dos rapaces pasar por allí con unas bicicletas y la respuesta
fue el silencio.
Y de casualidad en su recorrido se cruza Gertrudis (los que no la
conocéis, era una mujer mística extrovertida, siempre llevaba un cubo
de chapa vació debajo del brazo, al mismo tiempo que se enteraba
de todo, era como el periódico) pues no solo les dijo el nombre
de mi tío y mi padre, que también les llevo hasta la puerta de donde
estábamos. En mitad del bocadillo, oímos voces y se asoma mi primo a la
ventana.! Gertrudis y un Guardia en la puerta del corral!, y sale corriendo
a esconder las bicicletas que las habíamos dejado en la puerta.
Salgo detrás poco a poco y oigo, ¿esta detenido acompañame vamos al
cuartelillo?, ¿y el otro?! no sé, y quien es usted para detenerme! dice
mi primo. soy la autoridad el que manda, contesta el guardia.
Viendo como se llevaban a mi primo, salto por una ventana que da
a la parte posterior y no paro de correr unos 400m hasta los prados
de la ribeira, decido volver, ojeando el terreno.
y llego a mi casa a las 11 de la noche, y me dice mi padre tienes que
pagarle la multa a tu tío. Sorprendido, pregunto por mi primo, que ya
lo imaginaba en el Castillo de Puebla, (entonces era la cárcel) hace
un rato que se fue para casa, esta respuesta me alivia y me quita el
peso que llevaba encima, mi madre dice; Ha tenido que ir tu tía
a buscar a tu tío que estaba en la cantina y pagar cinco duros de cada
uno, que, si no se llevaban preso a tu primo. me voy a dormir i pase la
noche soñando que veía Guardias verdes por todas partes.
Al día siguiente veo a mi tío, me tienes que pagar las 25 pesetas,
aunque no las tenia y era una fortuna en aquellos tiempos, no me
preocupaba pensando que no nos llevaron presos, y no, se las pague.
Pero va por mi tío Saturnino que nunca le pague las 25 pesetas.
El caso, empezó en la puerta de mi casa, así;
Vamos hasta la Portela! al Bar de Jesús a ver la Portuguesa nueva,
(era la camarera que había contratado Jesús) y tomamos una Mirinda,
que es lo que tomábamos por entonces el fin de semana cuándo teníamos
una peseta.
Montados en aquellas bicicletas standard, que había que bajarle el
sillín, para llegar a los pedales. Cogemos la orilla de la carretera
dispuestos hacer los mil metros, con su correspondiente subida.
Pasando las curvas de la cruzcada,íbamos en paralelo y un seiscientos
detrás nuestro, las muchas curvas y mala visibilidad le impedían
adelantar.
No se de quien salio la idea.! No te apartes, que así vemos las rapazas
que van dentro!, continuamos unos cien metros distraidos hasta los
prados de lamadeleira. De repente exclama mi primo.! Apártate, que viene
el Land Rover de la Guardia civil!.
Me faltaban fuerzas, para enfilar aquella pequeña recta del Pozo los
ranos, ponerme en fila delante de mi primo y dejar pasar las rapazas
del seiscientos y la pareja de la Guardia civil. Pero leches! el
Land Rover reduce, se acerca a mi primo, el de la derecha con la
ventanilla bajada le dice; Al llegar al alto paráis!. Con el ruido del
land rover no entiendo lo que dicen, y se pierden de vista al girar
la curva de los ranos.
Miro para atrás y mi primo ya se había dado la vuelta y le oigo
escapa que estos nos denuncian. Le sigo a todo pedal hasta los prados
de las forcadas, que, se sale la cadena. Esconde la bicicleta y sal
corriendo que estos se dan la vuelta, decía mi primo. Sin hacerle caso,
la agarro de ramal a trompicones corriendo hasta la rampa del carballo
que salimos de la carretera, como es cuesta abajo me monto y la
bicicleta va sola hasta la casa de mi primo.
Que descanso, exclamé! y subimos a casa que estaba mi tía Sofia,! que
os pasa! no le damos explicaciones, y se va hacernos unos bocadillos.
Miramos por la ventana que se ve parte de la carretera y el Land rover
que esta enfrente la puerta de José María, nosotros tranquilos
pensando aquí no bajan, nos ponemos a comer los bocadillos.
Ellos ya habían preguntado en el Bar de Teresa y José María, si habían
visto dos rapaces pasar por allí con unas bicicletas y la respuesta
fue el silencio.
Y de casualidad en su recorrido se cruza Gertrudis (los que no la
conocéis, era una mujer mística extrovertida, siempre llevaba un cubo
de chapa vació debajo del brazo, al mismo tiempo que se enteraba
de todo, era como el periódico) pues no solo les dijo el nombre
de mi tío y mi padre, que también les llevo hasta la puerta de donde
estábamos. En mitad del bocadillo, oímos voces y se asoma mi primo a la
ventana.! Gertrudis y un Guardia en la puerta del corral!, y sale corriendo
a esconder las bicicletas que las habíamos dejado en la puerta.
Salgo detrás poco a poco y oigo, ¿esta detenido acompañame vamos al
cuartelillo?, ¿y el otro?! no sé, y quien es usted para detenerme! dice
mi primo. soy la autoridad el que manda, contesta el guardia.
Viendo como se llevaban a mi primo, salto por una ventana que da
a la parte posterior y no paro de correr unos 400m hasta los prados
de la ribeira, decido volver, ojeando el terreno.
y llego a mi casa a las 11 de la noche, y me dice mi padre tienes que
pagarle la multa a tu tío. Sorprendido, pregunto por mi primo, que ya
lo imaginaba en el Castillo de Puebla, (entonces era la cárcel) hace
un rato que se fue para casa, esta respuesta me alivia y me quita el
peso que llevaba encima, mi madre dice; Ha tenido que ir tu tía
a buscar a tu tío que estaba en la cantina y pagar cinco duros de cada
uno, que, si no se llevaban preso a tu primo. me voy a dormir i pase la
noche soñando que veía Guardias verdes por todas partes.
Al día siguiente veo a mi tío, me tienes que pagar las 25 pesetas,
aunque no las tenia y era una fortuna en aquellos tiempos, no me
preocupaba pensando que no nos llevaron presos, y no, se las pague.