Es al revés, contradictorio
amigo de los silogismos: antes bajabas al
río desde la Tuíza o desde el coto por el
camino del
molino, perfectamente limpio y transitable, para personas, para animales y para
carros; también podías bajar por un
sendero más abrupto que mantenían abierto pescadores y bañistas.
Ahora, no. A no ser que bajes reptando por debajo de zarzas, hiniestas y brezos de dos metros de altura.
Tampoco hace falta que te líes tanto con ovillos y silogismos. La realidad de cada instante
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