S. RAMOS
«Todo libro debe tener un hombre, un paisaje y una pasión». Así, parafraseando la definición que de la literatura hacía Miguel Delibes, comenzó el periodista Luis Miguel de Dios la presentación del libro «Los lagartos de la quebrada», cuyo autor, Antonino Tejedor García, quiso presentar ante sus paisanos, en Fuentespreadas.
El argumento de la obra gira en torno a la vida miserable que tuvieron que soportar muchas personas después de la guerra, no sólo del bando perdedor sino también del vencedor. «El lugar en el que transcurre la obra puede ser cualquier pueblo de Castilla y León porque la historia gira en torno a situaciones derivadas de la dictadura y del silencio que imperaba sobre todo en el mundo rural», señaló el autor, un profesor residente en Zaragoza, pero natural de la mencionada localidad de Tierra del Vino.
Precisamente lo bien reflejado que está el valor del silencio en la obra fue una de las características que resaltó el presentador, «pues es un pilar fundamental de la novela, y desgraciadamente sigue imperando, porque no hay capacidad de diálogo. Solamente hay que ver en los bares de los pueblos ante situaciones conflictivas las subidas de tono ante cuestiones enfrentadas».
La cita, a las seis de la tarde en la planta baja del Ayuntamiento, fue todo un reto ya no es habitual que en el mundo rural zamorano haya presentaciones de libros. «No deja de ser un acontecimiento cultural porque el libro es un valor sólido en estos momentos en que la tecnología lo está arrinconando y se está tendiendo cada vez más al individualismo», subrayaba Luis Miguel de Dios.
Por su parte el alcalde del municipio, Jesús Alonso, también quiso rendir un pequeño homenaje a la literatura escrita en formato de libro: «Cuando empecé esta legislatura mi intención era poner en marcha una biblioteca y se ha conseguido». Y precisamente en la biblioteca fue donde se presentó el libro.
Ahora el alcalde anda detrás de conseguir un programa concreto que permita realizar préstamos sin temor a que el fondo literario se acabe perdiendo.
Al acto de presentación acudieron numerosas personas, entre las que destacaba el librero de la capital Luis González o la jefa de Cultura de la Junta en Zamora, Elvira Fernández de Barrio.
«Los lagartos de la quebrada» es la segunda novela de este autor, editada con una tirada de mil ejemplares.
El libro lo protagoniza Adrián, hijo de un terrateniente que hace un viaje a París dos años después de las revueltas del 68 y descubre la conciencia social tan activa que había entonces en ese país, lo que representa para él un fuerte contraste cuando regresa a España, donde sigue estudiando el Preu y se tiene que enfrentar a figuras autoritarias que le han marcado, como el padre.
Versa sobre el miedo que había entre las personas del mundo rural desde los años 60 hasta la muerte de Franco. El silencio, la economía de subsistencia, la falta de libertad y una serie de subtramas que aparecen desarrollados e íntimamente ligados con situaciones de machismo, tan arraigado en la sociedad rural de entonces, la violencia doméstica o el concepto generacional.
«Todo libro debe tener un hombre, un paisaje y una pasión». Así, parafraseando la definición que de la literatura hacía Miguel Delibes, comenzó el periodista Luis Miguel de Dios la presentación del libro «Los lagartos de la quebrada», cuyo autor, Antonino Tejedor García, quiso presentar ante sus paisanos, en Fuentespreadas.
El argumento de la obra gira en torno a la vida miserable que tuvieron que soportar muchas personas después de la guerra, no sólo del bando perdedor sino también del vencedor. «El lugar en el que transcurre la obra puede ser cualquier pueblo de Castilla y León porque la historia gira en torno a situaciones derivadas de la dictadura y del silencio que imperaba sobre todo en el mundo rural», señaló el autor, un profesor residente en Zaragoza, pero natural de la mencionada localidad de Tierra del Vino.
Precisamente lo bien reflejado que está el valor del silencio en la obra fue una de las características que resaltó el presentador, «pues es un pilar fundamental de la novela, y desgraciadamente sigue imperando, porque no hay capacidad de diálogo. Solamente hay que ver en los bares de los pueblos ante situaciones conflictivas las subidas de tono ante cuestiones enfrentadas».
La cita, a las seis de la tarde en la planta baja del Ayuntamiento, fue todo un reto ya no es habitual que en el mundo rural zamorano haya presentaciones de libros. «No deja de ser un acontecimiento cultural porque el libro es un valor sólido en estos momentos en que la tecnología lo está arrinconando y se está tendiendo cada vez más al individualismo», subrayaba Luis Miguel de Dios.
Por su parte el alcalde del municipio, Jesús Alonso, también quiso rendir un pequeño homenaje a la literatura escrita en formato de libro: «Cuando empecé esta legislatura mi intención era poner en marcha una biblioteca y se ha conseguido». Y precisamente en la biblioteca fue donde se presentó el libro.
Ahora el alcalde anda detrás de conseguir un programa concreto que permita realizar préstamos sin temor a que el fondo literario se acabe perdiendo.
Al acto de presentación acudieron numerosas personas, entre las que destacaba el librero de la capital Luis González o la jefa de Cultura de la Junta en Zamora, Elvira Fernández de Barrio.
«Los lagartos de la quebrada» es la segunda novela de este autor, editada con una tirada de mil ejemplares.
El libro lo protagoniza Adrián, hijo de un terrateniente que hace un viaje a París dos años después de las revueltas del 68 y descubre la conciencia social tan activa que había entonces en ese país, lo que representa para él un fuerte contraste cuando regresa a España, donde sigue estudiando el Preu y se tiene que enfrentar a figuras autoritarias que le han marcado, como el padre.
Versa sobre el miedo que había entre las personas del mundo rural desde los años 60 hasta la muerte de Franco. El silencio, la economía de subsistencia, la falta de libertad y una serie de subtramas que aparecen desarrollados e íntimamente ligados con situaciones de machismo, tan arraigado en la sociedad rural de entonces, la violencia doméstica o el concepto generacional.