FUENTESAUCO: RENE GÓMEZ Los cultivadores adscritos a la IGP Garbanzo...

RENE GÓMEZ Los cultivadores adscritos a la IGP Garbanzo de Fuentesaúco no podrán sembrar, a partir de ahora, otra variedad de la legumbre que no sea «cucharera», autóctona local. El Consejo Regulador definitivamente da el paso que consolida la contrastada calidad y singularidad del garbanzo saucano y a la vez cumple el Pliego de Condiciones establecido por la Unión Europea.

Desde que se aprobara la Indicación Geográfica Protegida, en el año 2002, el Consejo Regulador ha trabajado incesantemente hasta certificar su variedad local autóctona con el fin de ponerla a disposición de todos los productores. «De esta manera se consigue garantizar el auténtico Garbanzo de Fuentesaúco a los consumidores», explica Nicolás Armenteros, gerente de la IGP. Y dado que el Consejo cuenta ya con semilla suficiente para toda la superficie que se pueda inscribir en el registro de parcelas, todos aquellos agricultores que quieran acogerse en la presente campaña 2011 a la IGP Garbanzo de Fuentesaúco deben solicitar al Consejo Regulador la cantidad de semilla que necesiten para su explotación, ya que la utilización de otras semillas distintas no permitirá su registro.

Se cumple así una vieja aspiración de los promotores de la mención de calidad que a finales de los años 90 tramitaron ante la Unión Europea la solicitud para conseguir la Indicación Geográfica Protegida. Una aprobación para la que se tuvieron en cuenta dos aspectos básicos que otorgan calidad y singularidad al garbanzo saucano, como son los suelos francoarenosos característicos de la comarca (delimitados mediante el correspondiente estudio) y la variedad local, también denominada ecotipo «Fuentesaúco».

Nicolás Armenteros admite las dificultades existentes hasta ahora para velar por la autenticidad del garbanzo saucano, más cuando prácticamente se partió de cero porque la variedad autóctona casi estaba extinguida. «Se produjo una invasión del garbanzo extranjero, sobre todo de México, la gente empezó a utilizar semillas de fuera y a consumir un garbanzo de procedencia totalmente desconocida». Un panorama nada concordante con los propósitos de ofrecer al consumidor un producto de calidad.

Con la decisión de autorizar únicamente la siembra de la variedad local autóctona «por fin el consumidor va recibir el auténtico garbanzo castellano con la máxima calidad, mayor uniformidad, una producción superior y el más adaptado al terreno».

El año pasado ya se hizo el primer avance en el propósito de sembrar la auténtica variedad local con la posibilidad de adquirir la semilla de forma voluntaria «porque no había suficiente para todos los cultivadores inscritos», aclara el gerente de la IGP. Pero esta campaña lo voluntario se convierte en obligatorio, una vez que la remesa de unas 45 toneladas de semilla permite el abastecimiento a todos los cultivadores que inscriban sus parcelas en el Consejo.

Para ello se remitirá una circular a todos comunicándoles «que no vamos a aceptar ningún garbanzo que no sea "cucharero"», ratifica Nicolás Armenteros, convencido de que este «paso determinante beneficiará a productores y consumidores».