FERMOSELLE: . A. GARCÍA En días solemnes, el policía local Agustín...

. A. GARCÍA En días solemnes, el policía local Agustín Regidor Ferrero lucía un imponente traje de gala. Con semejante porte hasta la villa de Fermoselle ganaba prestigio porque daba la impresión de ser un núcleo de alto rango y bien atendido en el área de la seguridad. Empero, bajo el traje policial está un hombre campechano, de aficiones cotidianas, que conoce a todos los fermosellanos por el nombre y los apellidos, «y lo que es más importante», por el apodo.

- ¿Cómo recuerda la entrada al gremio de Policía local y los primeros pasos?

-No había ningún policía en Fermoselle y, en aquel momento, se necesitaba. Hubo un concurso oposición, con ejercicios de todo: subida de cuerda, carreras y el copón. Entré a trabajar el día 3 de enero de 1977. No me dieron ni tiempo porque había que actuar enseguida. Y aquí he estado, hasta la fecha, sin parar.

- ¿Comenzó luciendo el traje?

-No, porque no estaba hecho. Tardaron dos semanas y me lo confeccionó el sastre de aquí, Gonzalo Martín Flores, que era el alcalde.

- ¿Realmente la Policía local de Fermoselle viste de gala, viste de operario, y parece que le van al pelo todos los trajes?

-Hacíamos de todo, menos de policía. Solucionábamos averías de agua, averías de luz? Funcionábamos como fontaneros, como electricistas. ¡De todo! Pero siempre en bien del pueblo y por eso lo hacíamos con ganas. Cumplíamos como policías y como alguaciles. Creo que leíamos algo más de 2.400 contadores. Sabíamos que había enganches fuera de contador. Y el alcalde también tenía conocimiento de estas fechorías. Pero no multaba. Se decía a los infractores que trataran de hacerlo bien.

- ¿Habrá en su singladura de tantos años algún caso especial, alguna operación policial llamativa?

-La persecución de un pequeño delincuente, que se había escapado de algún sitio y lo echamos mano aquí sin que portáramos encima de nosotros armas de ningún tipo. ¡A pecho descubierto! Aquí son todo cosas cotidianas, del día a día.

-Fermoselle tiene un callejero un tanto laberíntico. ¿El tráfico puede haber sido un problema en algún momento de su ejercicio?

-La verdad es que no porque se suelen dejar los coches fuera. Son peores algunas gentes, generalmente llegadas de fuera. Los de aquí se suelen comportar bastante bien, hasta la fecha. Por la noche suele actuar la Guardia Civil.

- ¿Nunca le tocó ponerse en postura castrense para resolver conflictos?

-En una ocasión, durante los festejos de San Agustín. Fue un año muy seco y la gente bebía. En la plaza se lió media plaza contra la otra media. Y ahí estuve, en el medio, poniendo orden. Pero es que el personal había bebido y a la mínima saltaban unos con otros.

- ¿Qué fechas o días señalados lucía el traje de gala?

-Generalmente en las fiestas locales, en Semana Santa, en Navidades, cuando los Toros, cuando venía algún personaje relevante, en las inauguraciones...

-De coche oficial nada ¿De qué medios contaba?

-Nunca hemos tenido coche, salvo el nuestro. Nuestros instrumentos eran el traje, la gorra, la correa, la pistolera, la fusta. De armas estábamos bien armados, pero no sé para qué. Se nos veía bien, pero no había fuerza.

- ¿Cómo recibió el homenaje que le rindieron el sábado?