FERMOSELLE: El coso de las emociones taurinas...

El coso de las emociones taurinas
El Ayuntamiento de Fermoselle inicia el montaje de la histórica plaza de toros, de madera, que acogerá los encierros de san Agustín
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Los montadores atareados en la instalación de los elementos de madera.
Foto José Luis Fernández
MULTIMEDIA
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J. A. GARCÍA La Plaza Mayor de Fermoselle comienza a vestirse de madera para transformarse en uno de los cosos taurinos más llamativos y sensacionales del Parque Natural Arribes del Duero.

Toros y aficionados medirán en ella sus fuerzas, a veces son resultados trágicos, durante los festejos de San Agustín y ante la expectación de miles de espectadores.

Un grupo de operarios han comenzado a montar el puzzle de postes, tablones y formas, y tirafondo a tirafondo, y alguna que otra punta clavada a matillazo limpio, van reconvirtiendo la Plaza Mayor, radica en pleno casco histórico, en plaza taurina. Lo hacen continuamente atisbados porque en los sólidos bancos de granito del «Mentirote» nunca falta personal hablando de las cosas del pueblo, del mundo y, ahora, del montaje del ruedo.

El mismo alcalde de la villa, el popular Alejandro Fermoselle, que destaca «el valor y la estética» de la plaza de madera fermosellana, puede seguir desde el sillón consistorial el proceso, bien con los ojos, si mira por la ventana, o con los oídos al sentir los golpes o las palabras de la cuadrilla encargada de la instalación.

Son cinco personas, tres contratadas a jornada completa y dos a media jornada, los responsables de llevar a buen término el extraordinario armazón.

Cuarenta y tres gruesos postes, de 1,73 metros de altura, son colocados en primer plano y hacen las veces de talanqueras y de valladar cuando los astados pisan el coso. Van secundados por otros cuarenta y tres, que son situados unos pasos por detrás. Sobre unos y otros van colocadas «las formas», que son reciben las tablas que harán de bancadas o asientos para los aficionados que siguen con entusiasmo del desarrollo de los acontecimientos los días de encierro embravecido.

Prácticamente todos los postes llevan en sus cuerpos las huellas de las puntas que durante lustros y década les clavaron sin mayores contemplaciones. Estas lesiones pasaron a la historia porque hoy día se emplean tornillos para no herir más a las maderas y así conservar su integridad y fortaleza. Son piezas de negrillo y pino que ya conocieron la guerra civil, pero que siguen ahí resecas, tan duras como el acero. Nadie ha contado los tornillos empleados en el anclaje de semejante obra de arte. El concejal Segismundo Barrueco afirma que el año pasado colmó «cuatro calderos».

Este año hay cierta expectación porque faltan las sabias directrices de Ángel Fernández Vaquero, que llevó durante cuatro décadas el montaje. Su abuelo Manuel Fernández, y su padre José Fernández le transmitieron el testigo. Una enfermedad le mantiene alejado de un cometido, que siempre cumplió con una profesionalidad reconocida. No obstante, hay confianza. «Lo saben hacer porque ya llevan años con la tarea» comenta un vecino de los instalados en el «Mentirote». A ras de obra.

Raúl Garrido recibe las piezas de sus compañeros y caminando sobre las tablas ya asentadas las va colocando y sujetando con pericia. No es una labor de tecnologías, bastan y sobran el martillo, los clavos y saber dónde casa cada pieza del puzzle.

El conjunto lo rescatan de un cercano y pequeño local que requiere una disposición perfecta para albergar la plaza taurina cada vez que se desmonta una vez finalizados los festejos de San Agustín y sus múltiples actividades. Es, además, la mejor forma de recolocarla en la Plaza Mayor, donde durante el mes de agosto se convierte en uno de los elementos más atractivos de Fermoselle.

Consumada la obra, un arquitecto revisará la tradicional arquitectura para certificar que cumple con las garantías necesaria a la hora de la verdad: cuando los toros pisen el ruedo y embistan contra las talanqueras con toda la furia del mundo. En esos embates, la plaza de Fermoselle rebosa de personal y solo la seguridad de todos y cada uno de los postes hará que el gran espectáculo pueda contarse por sus emociones y no por resultar un drama.