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EL PIÑERO: Hace cuarenta años a las cinco de la tarde. Entraba...

Hace cuarenta años a las cinco de la tarde. Entraba en paseíllo triunfal, aquel que por derecho y méritos propios. Soñaba con llegar a lo más alto del escalafon de los toreros. Esta vez no pisaba la arena, iba en el feretro aizado por los brazos de amigos y compañeros que soñaban como él. A el, le entró en suerte el toro Burlero de pelaje negro girón. Que acomodaba en sus astas silenciosa la parca, con ansias de sentir que el torero exhalaba el último suspiro. El asta había rasgado el corazón del soñador. Allí en el ataúd yacía su cuerpo bañado en pétalos de rosas rojas que brotaron de su corazón, donde hincó el cuerno el toro Burlero. Con ramos de rosas y claveles era despedido a las cinco de la tarde en el ruedo de las Ventas el Yiyo. Tu espíritu ya estaba, donde se encuentra el cielo de los toreros. Llegó sereno y jovial como él era, para abrazar a su amigo y compañero que cayó en Pozoblanco por el toro Avispado. Con seriedad lo saludó el monstruo de Córdoba, el cual fue herido por el toro Islero. Saludado también por Don Ignacio Sánchez Mejías, pudiendo escuchar de fondo el poema que le escribiera su amigo Federico. Todo eso pasaba a las cinco de la tarde.