Ofertas de luz y gas

EL PIÑERO: Gracias por sus palabras.

El abuelo estaba sentado en el pollo de la puerta; a un lado, su nieto jugaba. El niño hacía partícipe al abuelo de sus juegos: le enseñaba un trocito de madera y alguna que otra cosita más que utilizaba para jugar. Después de un rato, el niño le dijo al abuelo que le contara un cuento. El abuelo guardó silencio un par de minutos. El niño, que se había sentado en el suelo, lo esperaba mirándolo; luego, el abuelo comenzó.
—Un día, por estas fechas, nació la primavera.
— ¿Dónde nació? —preguntó el niño.
—Nació en la mañana, cuando el sol sale por el horizonte con un brillo especial; en las flores blancas, rojas y amarillas de una pradera; en los montes, entre jara y romero; en el verdor de los trigales.
— ¿En todos esos sitios nació la primavera?
—Sí, en todos, pero siempre hay un lugar especial.
— ¿Cuál es? —preguntó el niño con suma curiosidad.
—Imagínate un pequeño riachuelo de aguas cristalinas, donde a veces se acerca a beber una cervatilla. Sobre un remanso del agua, vuelan varias libélulas, que en sus alas tienen connotaciones de un verde fluorescente que refleja los rayos del sol. Entre unos helechos al lado del riachuelo, se allá, un nido de ruiseñor. Todo aquel entorno es contemplado por una hadita, que está sentada en la rama de un pequeño olmo y sueña con un mundo mejor.
— ¿En ese lugar nace la primavera? —volvió a preguntar el niño, esta vez con voz muy bajita y perezosa, pues ahora estaba tumbadito en el suelo apoyando su cabecita entre las manos a modo de almohada.
—La primavera nace en todos los rincones, sobre todo donde hay amor, esperanza, sueños e ilusión. —El abuelo seguía hablando con voz pausada, aunque veía que el niño se había dormido. FIN

Jamás me cansaré de repetirle, que se supera usted en cada uno de sus escritos, su capacidad, y sensibilidad extrema, consigue que el lector se extremezca.

Gracias por sus palabras.