EL PIÑERO: Pues claro que no, desde lo que tú llamas pequeño teso,...

Pues claro que no, desde lo que tú llamas pequeño teso, mi cantera, se puede contemplar detenidamente las recias piedras que forman la iglesia, con su espadaña y su nido. EL espectáculo de las peleas en vuelo de las cigüeñas. No recordarás, porque no lo as vivido, las tardes de trilla en las eras, cuando las yuntas con caminar cansino vuelta tras vuelta, iba el sílice esmigollando las espigas de trigo y cortando el balago, a la vez que el sudor se apelmazaba en el cabello y el sombrero en los trilladores, hombres recios, que aunque la solanera era intensa amenizaban la tarde con cánticos, subiendo de tono después de la merienda, No Monrruelo, nunca viste ni sentiste eso, no seas tan altanero. La vida te privo de contemplar el mover de las hojas de los Álamos, meciendose con la brisa de la tarde, ese movimiento que cambia el color según el lado de las hojas.