La
siesta del berrendo: El sol reinante se emplea con fuerza intensa sobre la dehesa a eso de las cuatro de la tarde. La centenaria encina, en un hueco de su tronco alberga el
nido de una corneja, en una de las ramas más altas al cobijo del Sol es el águila perdicera la que cría a sus dos polluelos. El berrendo descansa bajo la
sombra de la vieja encina, al compás de rumeo suena con lentitud y sosiego el cencerro, dejando constancia de tranquilidad entre los erales y utreros. El veterano cabestro
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