EL MADERAL: Las hogazas del abuelo...

Las hogazas del abuelo
Dos agricultores ecológicos sacan al mercado pan elaborado con harina de trigo candeal que siembran, transforman y comercializan, una experiencia única en España
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Jesús Sastre con las hogazas de pan preparado para su distribución en la Asociación Naturalia de Zamora.
Foto Emilio Fraile
Un montoncito de trigo hizo el granero. Ha pasado casi un lustro desde que José Coco rescató del olvido, en una nave de Castronuño, 300 kilos de trigo candeal que guardaba su padre cual tesoro. Después de tres años multiplicando la semilla junto a su socio Jesús Sastre, de El Maderal, estos agricultores han conseguido poner en el mercado pan elaborado con trigo candeal puro cien por cien, «el que comían los abuelos». Un ensayo realizado en la Feria Ecocultura de 2009 confirmó la aptitud de esta variedad para producir un sabroso y crujiente pan, y abrió las puertas definitivamente a una experiencia única en España que, poco a poco, va dando sus frutos. «Era un mercado totalmente desconocido para nosotros y la verdad es que las cosas no han salido mal», admiten.

IRENE GÓMEZ Ha sido un proceso «lento pero muy asentado», comenta José Coco, y con vocación de continuidad y expansión. Si a día de hoy la producción de pan a la vieja usanza se circunscribe a ferias puntuales de productos ecológicos y a la demanda estable de clientes de Zamora, Salamanca y Valladolid, los agricultores no renuncian a ampliar el mercado y también el producto, conscientes de la calidad y el buen sabor del pan de toda la vida; «todo a su tiempo, la crisis a nosotros también nos ha afectado».

De hecho, uno de los proyectos, ahora aparcado, es la elaboración de bollería con harina de trigo candeal. Se hicieron pruebas con notable éxito, «pero la crisis ha podido con nosotros. Así como en el pan la diferencia de precio con el convencional no era tanto, en la bollería sí nos obliga a subirlo más y en estos tiempos se mira mucho la peseta. Seguro que más adelante, cuando la situación se despeje un poquito, lo comercializaremos», augura Jesús.

De momento se ha cumplido el objetivo inicial, que era relanzar la simiente y aprovechar el fruto. El feliz hallazgo de los granos de trigo en un viejo bidón de chapa ha permitido recuperar el sabor tradicional de ese pan que se guardaba en la olla y duraba varios días en perfecto estado para su consumo. Esa cualidad es la que permite, de momento, elaborar el pan una vez a la semana y realizar el reparto los miércoles por los puntos de venta establecidos en Zamora, Valladolid y Salamanca, con la colaboración de las asociaciones de consumidores ecológicos.

El negocio se ajusta a la demanda. Ni más ni menos, aprovechando los criterios de un comercio justo sin intermediarios de por medio. Sirven a los consumidores que lo solicitan, cada vez más, y se abastecen del producto en determinados establecimientos. «La mejor publicidad que podemos hacer de este pan es que la gente lo pruebe», apunta Jesús Sastre, convencido de su singularidad. «Ha funcionado muy bien el boca a boca -abunda José Coco-; a ver si se animan más tiendas y ampliamos la distribución». Madrid se presenta como un mercado muy atractivo para estos agricultores ecológicos; «el problema es el transporte, se necesita una demanda mínima para que nos compense poder llevarlo hasta allí», explica el productor de El Maderal.

Hasta llegar al horno fluye un proceso que gestionan directamente José y Jesús, lo que permite ajustar el precio del producto. Son ellos los encargados de sembrar el trigo, en sus respectivas explotaciones de Castronuño y El Maderal, de recolectar, de transformarlo y transportar el grano -un viaje de 400 kilómetros y otros tantos de vuelta- hasta un molino de La Rioja homologado por el Consejo Regional de Agricultura Ecológica de aquella comunidad que les garantiza la certificación de la harina con el sello ecológico. ¿Por qué tan lejos?. «Pues porque en Castilla y León no hemos encontrado ningún molino que quisiera hacerlo, el más cercano era el de La Rioja», explica Jesús Sastre.

También se encargan de llevar la harina a una panadería de Bermillo, que elabora las hogazas de pan tradicional en piezas de medio y un kilo. Y ahora una empresa de reparto contratada por los dos socios distribuye el producto en los puntos de venta. No así al principio que eran ellos mismos los que se repartían las zonas «y con nuestros propios coches lo llevábamos. El negocio no nos daba para pagar a un repartidor», explica José Coco. Poco más de un año después de que salieran las primeras hogazas del horno la empresa empieza a tomar forma y el pan se hace un hueco en el mercado.