Otro invento del que disfrutábamos en Quiruelas y del que carecía la Roma imperial era EL CINE.Lo trajeron Amadeo, a quien no recuerdo, y Eugenio.El Domingo por la mañana, contemplábamos extasiados el cartel junto a la puerta, hasta que llegaba la pregunta tal que así: ¿Qué tal es, Eugenio? y la respuesta invariable de siempre:"¡Es extraordinaria! Cinemascope, esmalcolor".Por si acaso, tratábamos de confirmarlo preguntando a los pocos que la habían visto el Sábado, en la sesión nocturna después de ... (ver texto completo)