HISTORIA
Habíamos dicho que Torrecilla de la Orden formó parte de la encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén, también conocida como Orden de Malta. Su origen data de una donación real en 1116 con el objetivo de repoblar tierras al otro lado del Duero.
Durante muchos siglos, la historia de nuestro pueblo estuvo ligada a esta orden religiosa. Concretamente abarca todo lo que en historia se llama, el Antiguo Régimen. Más aún, porque si éste desaparece con la primera Constitución de 1812 ("La Pepa"), con sucesivos paréntesis de reposición hasta la muerte del Rey Fernando VII, en 1833, la Orden de Malta perdura hasta 1873, año éste en el que el papa Pío IX suprime la jurisdicción eclesiástica y "agrega los pueblos a las catedrales más próximas, pasando los obispos respectivos a imponer su autoridad como en su propia diócesis" (tomado de Ojeda Nieto, en su libro "Comendadores y vasallos").
Todo ello nos demuestra la carga simbóliga e ideológica que la Iglesia ha tenido en el pueblo, tanto en los orígenes de su fundación como en las postrimerías del siglo XIX, cuando la orden religiosa "deja" el pueblo.
Recordemos también que las principales órdenes militares (las de Alcántara, Santiago, Calatrava, Montesa...) tuvieron mayor fuerza y sentido en la época de Reconquista cristiana contra el Islam en la Península Ibérica. La Orden de Malta, en cambio, además de repoblar y asentar ideológicamente el catolicismo, se movió por los intereses estratégicos en el Mediterráneo, en lucha contra los turcos musulmanes (recordemos Jerusalén, la batalla de Lepanto, Cervantes, los berberiscos, Argel... siglos XV y XVI).
Fijémonos bien hasta qué punto está la historia de nuestro pueblo ligada a todo lo anterior, aunque fuese una mota insignificante en los páramos perdidos de Castilla.
La Orden necesitaba dinero para sufragar aquellas campañas. Lo conseguirá del dinero y bienes de las donaciones reales, de las donaciones particulares de vecinos que donaban en vida o cuando morían (testamentos) y, por supuesto, mediante las cargas e impuestos, fundamentalmente, los llamados diezmos.
Seguiremos hablando de nuestra historia.
Habíamos dicho que Torrecilla de la Orden formó parte de la encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén, también conocida como Orden de Malta. Su origen data de una donación real en 1116 con el objetivo de repoblar tierras al otro lado del Duero.
Durante muchos siglos, la historia de nuestro pueblo estuvo ligada a esta orden religiosa. Concretamente abarca todo lo que en historia se llama, el Antiguo Régimen. Más aún, porque si éste desaparece con la primera Constitución de 1812 ("La Pepa"), con sucesivos paréntesis de reposición hasta la muerte del Rey Fernando VII, en 1833, la Orden de Malta perdura hasta 1873, año éste en el que el papa Pío IX suprime la jurisdicción eclesiástica y "agrega los pueblos a las catedrales más próximas, pasando los obispos respectivos a imponer su autoridad como en su propia diócesis" (tomado de Ojeda Nieto, en su libro "Comendadores y vasallos").
Todo ello nos demuestra la carga simbóliga e ideológica que la Iglesia ha tenido en el pueblo, tanto en los orígenes de su fundación como en las postrimerías del siglo XIX, cuando la orden religiosa "deja" el pueblo.
Recordemos también que las principales órdenes militares (las de Alcántara, Santiago, Calatrava, Montesa...) tuvieron mayor fuerza y sentido en la época de Reconquista cristiana contra el Islam en la Península Ibérica. La Orden de Malta, en cambio, además de repoblar y asentar ideológicamente el catolicismo, se movió por los intereses estratégicos en el Mediterráneo, en lucha contra los turcos musulmanes (recordemos Jerusalén, la batalla de Lepanto, Cervantes, los berberiscos, Argel... siglos XV y XVI).
Fijémonos bien hasta qué punto está la historia de nuestro pueblo ligada a todo lo anterior, aunque fuese una mota insignificante en los páramos perdidos de Castilla.
La Orden necesitaba dinero para sufragar aquellas campañas. Lo conseguirá del dinero y bienes de las donaciones reales, de las donaciones particulares de vecinos que donaban en vida o cuando morían (testamentos) y, por supuesto, mediante las cargas e impuestos, fundamentalmente, los llamados diezmos.
Seguiremos hablando de nuestra historia.